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En su origen latino la palabra difundir está asociada a las ideas de derramar o dispersar en todas direcciones. Difundir, podemos leer en diccionarios de etimologías, nos da siempre la idea de qué algo se esparce o se extiende. Por eso, puede referirse, por ejemplo, a la diseminación de noticias, de imágenes, emociones y conocimiento. Quien difunde el producto siempre imperfecto de su imaginación o de sus conocimientos, generalmente asume, aunque no lo pueda asegurar, que del otro lado hay alguien que lee, escucha o ve su mensaje…
Cada uno de los aspectos explorados en los criterios de aplicación, tiene que ver con todos los demás. Esa visión de interrelación entre las respuestas nos ayudará a dirigir nuestro esfuerzo de difusión, dándole la congruencia que requiere.
Qué difundir es la pregunta que decide inicialmente si es pertinente aplicar esta herramienta. Quizás la pregunta correcta es qué somos, tenemos o hacemos para difundir; que hemos estudiado, descubierto, trabajado o practicado que nos lleva a seleccionar esta herramienta.
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