La pregunta es pertinente, especialmente en esta época en la que la abundancia de información es mucho más importante que comprender dicha información. “El filósofo español Antonio Escohotado -nos dice Manuel Cruz en su libro El gran apagón, el eclipse de la razón en el mundo actual- proponía hacia algún tiempo una certera definición de aprendizaje en la que proporcionaba la pista para plantear el asunto de manera correcta. Afirmaba esto: aprender significa disfrutar cambiando de idea. Tras su sencilla apariencia, la definición deslizaba un supuesto sobre el que conviene pararse a pensar, aunque sólo sea por un instante. Por que se observará que, lejos de plantear el asunto del aprendizaje en términos de añadir, sumar, llenar un hueco o cualquiera de las imágenes asociadas a la idea de la ignorancia como página en blanco, el filósofo lo hacía en términos de cambiar“. Por ello, está quedando cada vez más claro, aunque nos ha llevado mucho tiempo, que la prioridad de la enseñanza de lo básico a lo superior, está en la formación y aplicación de capacidades para integrar en síntesis de mayor alcance el saber adquirido.