Jürgen Habermas (1929) es un referente importante cuando queremos fortalecer nuestros deseos de mejorar, a través de nosotros mismos, el mundo en que vivimos. Aunque no es un filósofo moral clásico o un pensador religioso, sí puede afirmarse con fundamento que los grandes anhelos ético-políticos que atraviesan toda su obra, están orientados a una forma de vida humana emancipada, cooperativa, democrática y pacífica.
Tres Herramientas presentes en el trabajo de Habermas:
Conocerme, Pensar Inteligente, Conversar.
Habermas no busca la fuerza del mercado ni la del poder, sino el movimiento sereno del entendimiento. Visualiza un espacio abierto donde todos pueden hablar sin miedo y nadie queda excluido por no tener influencias, títulos o riqueza. Incluye en esa visión la idea de la política como conversación, no como espectáculo ni confrontación, y explora la idea de ciudadanos que no votan por consigna, sino que deliberan como coautores del mundo que habitan.
Es un ser humano para el cual la razón no es un arma de dominio o desinformación, sino un puente entre diferencias. Piensa que las leyes no deben nacer en la sombra, sino a la luz del diálogo. Quizás por ello denuncia los peligros del dinero que compra conciencias, de la tecnología que nos habla sin escucharnos, y de los sistemas que nos convierten en engranajes.
Habermas es un convencido de que podemos corregir el rumbo; de que hay una inteligencia en la palabra compartida, una ética en la escucha atenta, y una política en la cooperación libre. Por eso propone un mundo donde la paz no sea solo silencio entre guerras y agresiones violentas, sino entendimiento construido con las manos del lenguaje.
Sus libros son extensos, complejos y exigentes, no hay duda de ello. En su búsqueda entreteje hilos de la sociología, la filosofía del lenguaje y la psicología evolutiva. Poco a poco desarrolla su convicción en la capacidad humana de propiciar una forma de felicidad social que es posible a través del diálogo libre y racional, y una paz ganada no por silencio ni imposición, sino por comprensión y justicia. Su obra lleva a una síntesis que se sigue construyendo desde tiempos remotos, sin perder relevancia en los tiempos actuales: escucha, dialoga, respeta, razona, transforma. En esas cinco palabras está la ruta que Habermas nos propone para desaprender y aprender hoy.